El secreto de Abuelo Oso

El secreto de Abuelo Oso

Pedro Mañas (texto) y Zuzanna Celej (ilustraciones): El secreto de Abuelo Oso. Pontevedra: Kalandraka, 2019, 40 pp.

 

Abuelo Oso se despierta y camina imponente por el bosque. Va pisando la nieve, dejando sus huellas grabadas en el blanco impoluto. Mamá Cuervo le observa y le saluda; parece que se ha despertado pronto esta vez el pesado animal. Las ilustraciones nos llevan a una espesura silenciosa, tranquila. Se respira paz, no se oye nada salvo el bostezo del viento pidiendo dormir cinco minutos más. En las páginas se suceden tonos blancos, marrones y grises, con un leve recuerdo de un verde que debió tener brillo en su momento, pero que ahora también descansa plácidamente. Zuzanna Celej combina collage con lápices y acuarelas para lograr crear un entramado de texturas, luces y sombras que construyen la armonía que demanda la historia.

Abuelo Oso no está contento, titubea ante el cuervo. Hay algo que ha interrumpido su sueño y que le tiene inquieto. Parece ser un secreto, pero ni él mismo recuerda qué es ni dónde lo escondió, solamente que es importante. Sin duda, se trata de un secreto muy bien guardado (quizás demasiado bien). El plantígrado de pelaje castaño emprende la búsqueda y recorre las páginas fijando su mirada y la nuestra en varios rincones de la naturaleza que le rodea: árboles mudos y despeinados, oscuras madrigueras o lagunas heladas. Dan ganas de calzarse un buen par de botas, coger abrigo, bufanda y guantes, y salir a respirar al mundo que nos proponen Pedro Mañas y Zuzanna Celej.

Al caer la noche, el bosque susurra.

No puede callar por más tiempo lo que sabe.

Su murmullo es una flor que perfuma el aire

con un secreto.

A partir de aquí, la paleta de colores comienza a cambiar. Rojos, naranjas, amarillos, verdes cambian totalmente la atmósfera en la que los personajes paseaban al principio. Hasta el marrón y el gris tienen otro tono. Y el blanco ha desaparecido por completo. El secreto que el bosque ha decidido confesar al fin va inundando cada rincón, saltando de zarza en zarza, de flor en flor, de pico en pico. Algo ha despertado y viene con energías cargadas para revolucionar el reino de tranquilidad. Mamá Cuervo comprende al fin lo que había ocultado Abuelo Oso; aunque él, evidentemente, parece ser el último en percatarse ya que había vuelto a dormirse un rato más.

Está soñando con un vendaval de mariposas.