Cosa de niños

Cosa de niños

Peter Bichsel (texto) y Federico Delicado (ilustraciones): Cosas de niños. Barcelona: Los Cuatro Azules, 2019, 80 pp. Traducción de Víctor Canicio.

Esta obra fue escrita por Peter Bichsel en 1969 y la editorial Los Cuatro Azules la rescata invitando al artista Federico Delicado a añadir sus ilustraciones al texto. Además, incluyen al inicio una breve reflexión del propio Delicado sobre su trabajo y sobre las decisiones tomadas. Interesante. También nos encontramos con un prólogo nada más y nada menos que de Santiago Alba Rico, titulado «Lo que tienen las palabras dentro», que recuerda al trabajo de Gianni Rodari sobre la fantasía y la creación literaria, precisamente en este año de conmemoración del escritor y pedagogo italiano.

Relatar no es, por tanto, encontrar las palabras necesarias para contar el cuento que uno tiene en la cabeza, sino buscar en la palabra azarosa el cuento que la palabra mismas lleva dentro. Escribir, por tanto, es una labor de arqueología más que de bricolaje; y de descubrimiento y serendipia más que de mímesis o correspondencia.

Cosas de niños ofrece siete relatos breves que no están relacionados entre sí pero que destilan todos el mismo tono humorístico pero muy serio al mismo tiempo, nonsense y reflexión servidos en el mismo plato. «Una mesa es una mesa», por ejemplo, nos trae a un hombre que se despierta un buen día y decide que todo va a ser distinto y para ello comienza a inventar su propio idioma. Le cambia el nombre a la mesa, a la silla, al despertador, y juega con la arbitrariedad del signo lingüístico por puro placer o, quizás, por puro aburrimiento.

Unas páginas más adelante, en «El memorioso», las palabras nos describen a un protagonista que ha engullido mentalmente la guía de ferrocarriles y pasa horas y horas viendo cómo los trenes salen y llegan a la estación, pero nunca coge ninguno porque ya los conoce todos. Tan solo cuando aparece una oficina de información, con su empleado armado de guías llenas de horarios y trayectos que puede consultar y explicar al instante, el memorioso cambia de campo de sabiduría y se lanza al recuento de escalones en todo tipo de edificios, para albergar en su cabeza nuevos datos que nadie más conozca.

Se trata de personajes con necesidades particulares, ciertamente alejados de la normalidad a la que estamos acostumbrados (al menos los adultos) y con inquietudes que les llevan a tomar decisiones que no resultan habituales. Investigan, exploran, cambian, y no suelen quedarse quietos, ni física ni mentalmente, en cada uno de los relatos en los que habitan. Peter Bichsel y Federico Delicado, si bien de manera asíncrona, han logrado armar un buen tándem de trabajo para proponer al lector situaciones insólitas que pueden arrancarle una sonrisa, una lagrimilla o las ganas de salir a buscar un camino distinto. Se trata de una lectura entretenida y divertida, además de estimulante si el lector tiene ganas de replantearse quién decide aquello que resulta extraño y aquello que es aceptable.