Perdido en la ciudad

Sydney Smith: Perdido en la ciudad. Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2020. 38 pp.

The New York Times no se equivocó al conceder a este libro el premio al mejor libro ilustrado infantil en 2019.

Con esa libertad del álbum ilustrado para a veces llenar la doble página de color, o dividir la secuencia en viñetas, o dejarla a un lado, en una sola página, Sydney Smith ha logrado un libro cautivador.

La atmósfera del día gris, brumoso, nevado, de cristal empañado y escarcha en el aliento, se mezcla con el ruido de la ciudad, que oímos perfectamente saliendo de las páginas, y con el tráfago de personas, personas siempre adultas que doblan la altura del pequeño protagonista y  acentúan su soledad.

Un niño* en contraluz, junto a la ventanilla de un autobús, es el comienzo. Deambula cabizbajo por la ciudad enorme. No sabemos dónde va, pero sí leemos a la voz narradora describir por dónde pasa y decir «Sé que estarás bien. Si quieres, puedo darte algunos consejos». ¿Por qué está solo? ¿Marcha o regresa? ¿Busca algo? La intriga nos acompaña durante toda la lectura; hay un misterio, lo intuimos, pero no sabemos cuál. Hacia las páginas finales se nos dan pistas, se nos aclara qué está sucediendo, quién es quién. Pero no es un final cerrado, tiene esa deliciosa ambigüedad de las historias bien narradas.

Un álbum cautivador con una ilustración aguada y moderna, a veces virtuosa en la composición (p. 12), melancólico pero tierno y optimista, si es que puede ser todo a la vez. Un libro que nos ha hablado de la pérdida, de la honradez de lo pequeño, de los sentimientos puros, de la fragilidad que llena la vida. Un libro que, como buen álbum, exige un lector activo, abierto al desconcierto.

(* ¿O una niña? El título original Small in the city, que permitía jugar con la ambigüedad de quién se siente pequeño en la ciudad, desaparece en la traducción. En la versión española, por este participio en masculino, el libro se lee hasta poco antes del final como si el protagonista fuera un niño. El dibujo de este es, sin embargo, suficientemente ambiguo en cuanto al sexo).