En la cabeza de Sherlock Holmes. El caso de la entrada misteriosa
Cyril Lieron y Benoit Dahan: En la cabeza de Sherlock Holmes. El caso de la entrada misteriosa. Barcelona: Norma editorial, 2021. 104pp.
Se trata de una novela gráfica dividida en dos actos: la introducción y planteamiento del caso y la resolución épica del mismo poniendo siempre por encima el hecho de que conocemos el marco narrativo en el que se desenvuelve y sus personajes principales.
Un nuevo caso para Holmes acompañado de su inseparable Watson que hará las delicias de los amantes del género.
Las tonalidades y la propia ilustración son una maravilla que comienza desde la propia portada troquelada asomando una figura siniestra y humeante cual chimenea en un Londres auténtico y propio de la persona sobre la que vamos a leer: Sherlock Holmes.
Juega con las imágenes utilizando varias capas con vida propia y eso te permite ir de lo global al detalle de una manera magistral, como si hicieras zoom y vieras primero una imagen y al acercarte, el contenido para conocer la trama.
Esta alfabetización visual está muy en la línea del tipo de lectura, de indagación, investigación propia del más genuino Holmes. Jugar de esta manera con el lector es lo que hace más inmersiva la experiencia lectora que no solo agrada por su narrativa escrita, sino que también lo hace por sus metáforas visuales explícitas.
Este tipo de novela gráfica suele ir dirigido a un público adolescente-adulto pero ha jugado con esos elementos sensoriales propios de etapas más tempranas como son el troquel para descubrir el interior. De igual modo, los juegos sensoriales que provocan la trama: el sonido del reloj, el faro azul… Son elementos motivadores, aunque quedan algo abiertos a interpretación. En este tipo de lectura de misterio dejar esos elementos a narrativas emergentes es favorable y teniendo en cuenta el lado mágico del caso, oportuno.
A ojos de un lector menos experimentado en este tipo de novelas gráficas y que no absorbe su potencial comunicativo, sin duda, es la mejor manera de descubrir como el código dual presente en ellas, texto-imagen, enriquecen y comunican a la par, complementándoselos de una manera ideal. En este punto, hay que reconocer la enorme capacidad de los ilustradores por esos juegos visuales que complementan la lectura haciéndola divertida, experimental e incluso diría provocadora.
Junto a sus tapas duras de cartoné y el tamaño grande cuál álbum ilustrado, la obra es una joya que permite al lector vivir y leer en varias direcciones como si la propia lectura fuera un juego de pistas con madeja de hilo rojo incluida. ¡Qué de hecho lo es! (si estás pensando en un juego de pistas aquí hay muchas ideas valiosas).
Utiliza multitud de diagramas gráficos para asentar la información y facilita al lector el encuadre lector, al mismo tiempo que provoca su creatividad.
Una de las cosas que más me ha gustado son las tonalidades siempre hacia ese lado sepia pero combinando una gama de colores otoñales muy a juego con antiguos papiros acuarelados o pintados con algún tipo de té rojo, verde… Lo que refuerza la idea inglesa de la obra.
También el dibujo cómo imitando las líneas de los árboles dotan al conjunto de profundidad y al mismo tiempo refleja ese sistema de capas a lo diorama que desprende la obra reforzando la idea de revisar cada detalle. Hace que el contraste entre movimiento del escenario y lo hierático de los personajes funcione a la perfección imprimiendo carácter a sus personajes y dando dinamismo a la acción.
Genial la manera que tiene de introducir el tiempo en la novela.
Como he nombrado el té por ese modelo mental que todos tenemos de que es algo típicamente inglés, me ha chocado cuando a eso de la mitad de la lectura Holmes va al periódico local para seguir con las investigaciones y aparece en escena un reportero que ha seguido una hilo conductor delictivo cercano al del caso que ¡toma café!
De hecho, es algo totalmente coherente a juzgar por la emoción y exaltación que desprende de sus pesquisas.
De nuevo, en la ilustración, un pequeño detalle para remarcar la parte más emocional de la narrativa.
Justo en esta escena he tenido algo así como un dejavú con la imagen de lo que llamo “sospechosos inhabituales”, en honor al juego de mesa. No puedo evitarlo, ¡todo son referencias lúdicas! Y es que no es cosa mía solo, es que la obra está plagada de referencias al juego: una brevísima referencia a la ficción interactiva donde se elige un camino de entre tres con sus correspondientes deducciones, el uso de las páginas para jugar y descubrir pistas, los trasluces, el sistema de progresión con pipas… Constantemente introduce el juego y eso que tanto nos gusta de la literatura infantil que es jugar con la propia obra, también desde su formato. La funcionalidad del formato gráfico al servicio del juego y de la lectura. Incluso las escenas de acción tiene ese deje de rol que comenta la jugada.
¡No tiene desperdicio!
En este tipo de obras gráficas la parte escrita se encuadra dentro de la imagen y se hace ligera, dinámica y fluida. Es precisamente lo que atrae de este tipo de libros y lo que hará que los menos lectores vayan guiados y acompañados en la lectura, sin cargas.
Quizá me hubiera gustado en esto también algo de juego, de descubrir por parte del lector cómo continuar.
Sin embargo, trabaja muy bien la estructura narrativa y de manera muy original. Esos dos actos combinan la introducción de personajes y escenarios, algunos viejos conocidos como Moriarty o Lestrade. Juega de manera divertida con las palabras. Algunas de ellas las hace mayúsculas para que veas el paralelismo con la metáfora visual y relaciones, de nuevo, una nueva pista de la alfabetización visual.
No puedo dejar de mencionar el escenario londinense. Sus mapas que nos trasladan a cada momento del la obra y que bien valdría un mapa final donde todo ha sucedido. En las primeras páginas de la novela introduce referencias sobre algunos de ellos.
Me ha llamado la atención el uso de algunos nombres de personajes:Forbes, hermanos Baldwin…. Sin saber si hay algo detrás de ellos, por lo menos me quedo con la provocación que me han despertado para seguir investigando.
No desvelaré el final pero tiene ese tinte conocido de las historias de misterio al más puro estilo Vincent Price (te lo dejo como pista).
Magistral, maravilloso ¡una joya a nivel visual y lúdico!