El vaso del Sr. Falconetti

Silvia Alberdi (autora e ilustradora): El vaso del Sr. Falconetti. Madrid: Istarduk, 2019. 96 pp.

Libro pequeño, manejable, de tapas blandas y suaves, con acuarelas también blandas y suaves, abiertas y luminosas. Trata, si es que trata de una cosa solo, sobre querer el agua. Digo querer, porque podría haber puesto aprovechar, consumirresponsablemente, cuidar, nomalgastar… pero he puesto querer, que parece lo mismo pero no lo es.

Tiene un genial comienzo el primero de los cuentos cortos incluidos en el libro. Se llama “El coleccionista”, y no va de un coleccionista cualquiera, sino un coleccionista de gotas de agua. Nos muestra el valor de lo pequeño y nos incita a generar un vínculo con la naturaleza en todas sus dimensiones. Pensábamos, al leerlo, en la geografía de la que parte el agua: el agua ha pasado por todas partes, desde las simas abisales del océano hasta la nieve del Tíbet.

Mejor incluso se resuelve el siguiente relato: “El vaso del sr. Falconetti”. El propio nombre del personaje recuerda a Rodari, y su “¿qué pasaría si…?”. La hipótesis de qué pasaría si no hubiera agua o si alguien la robara se soluciona muy imaginativamente, con un giro inesperadísimo y una sucesión de consecuencias lógicas dentro de la fantasía. A Rodari o a Italo Calvino, pensamos.

Si alguna vez, al hacer la foto de un paisaje han comprendido que no se puede robar la belleza del instante… entonces la alegoría del relato “El río” les parecerá magnífica. Muy bien estructurado, nos conduce por un río cantarín de palabras en un viaje de ida y vuelta, del río al río pasando por la equivocación.

La vida de un barco se ralata en «La marea». Un relato también alegórico, triste y eperanzador, que nos enseña a ceder al tiempo. La marea (la del mar, la de la vida) no deshace las cosas, sino que las transforma. Aprendemos lo que vale ser para el disfrute de otros, como son las personas que cuentan historias, no importa si inventadas o reales, esos cuentacuentos a los que nosotros tanto amamos.

Cierran el libro siete poemas, que curiosamente no son siete sino ocho. Están muy bien rimados o ritmados, son fluidos, infantiles (como deben serlo), profundos en su concepción. Topamos grandes hallazgos verbales, como ese: “Y si la luna se cae, y si la luna se estrella”. Y otros versos de espíritu lorquiano: “remolinos en la arena / siguen tu rastro de plata”. Hay también una ballena con corazón de porcelana que es el contrapunto de la ballena de Gloria Fuertes, cuyo corazón pesaba quinientos kilos… El leitmotiv de estos poemas, como de todo el libro, es la naturaleza y particularmente el agua, y no hay (salvando el título) un mensaje impúdico o machacón, explícito, imponiendo el «cuidad el planeta, bárbaros», como quien pasa la escudilla pidiendo una moneda al final del cuento, que hubiera sido desagradable.

El resultado es un libro cuidado en cada página tanto por la autora-ilustradora como por la editora, que nos ha parecido refrescante como la lluvia y profundo como el mar. Y en esto Alberdi se parece al agua.