La que vino de donde no se vuelve

Joan Manuel Gisbert: La que vino de donde no se vuelve. Madrid: Loqueleo, 2022, 182 pp.

Título de La que vino de donde no se vuelve en espiral sobre fondo multicolor y psicodélico.

Ania Vars es una chica retraída y misteriosa. Llega al instituto a mitad de curso y enseguida da que hablar entre sus compañeros. ¿Por qué no socializa con los demás? ¿Cómo sabe esas cosas sobre el cosmos? ¿Qué le pasa?

Joan Manuel Gisbert ha utilizado en esta novela corta un narrador en tercera persona, con el que nos ofrece varios puntos de vista acerca de lo que le ocurre a Ania. En primer lugar tenemos el grupo del claustro. Con este personaje coral asistimos a los planteamientos del equipo docente del instituto, aunque sea de una forma superficial y un poco predecible. La idea que me transmitieron cuando leí la novela es que para ellos el caso de Ania era un problema con el que tenían que lidiar.

En segundo lugar, tenemos la postura de aquellos alumnos que se ponen del lado de la víctima. Es el caso del personaje de Yola y su grupo de amigas. Esta compañera intentará acercarse a Ania tanto como esta se lo permita. La ayudará, la defenderá e intentará comprender sus sentimientos, pero el caso la supera, no puede hacer gran cosa. Tenemos también un tercer personaje con su propio punto de vista. Para mí es el interesado, encarnado en Iván. Si leéis la novela sabréis por qué, pero a buen entendedor… y por último, no podían faltar los liantes y abusones, creados para caernos mal desde el principio.

Este elenco y sus idas y venidas del instituto y la casa de Ania hacen que la intriga esté asegurada. Eso sí, si le damos una oportunidad a los primeros capítulos, ya que la trama avanza despacio como en toda novela de suspense. No quiero destripar nada, pero lo que comenzará como una historia que tiene toda la pinta de tratar el tema del acoso escolar con unas pequeñas dosis de suspense paranormal, tendrá un giro que os dejará helados.

Así que dadle una oportunidad a La que vino de donde no se vuelve. Si os atrapa, la leeréis en una tarde. La trama es sencilla y ya veis que no tiene muchos personajes, así que no os vais a despistar. Además, en cuanto al formato, sigue la línea de Loqueleo, páginas con buenos márgenes, espacios bien ajustados y un tamaño de letra adecuado.

No os la perdáis.