¿Por qué los patos vuelan en forma de V?

Pablo Caracol: ¿Por qué los patos vuelan en forma de V? Madrid: Liana, 2020. 6 pp.

Hemos vuelto a leer ahora este libro que se había quedado bajo un montón de lecturas «intrascendentes» (ya nos perdonaréis…), y está claro que merece que nos detengamos en él. No es mal momento, además, porque las cigüeñas vuelven a nuestras latitudes y pronto, en cosa de un mes, las grullas pasarán por encima de nuestras cabezas en su largo viaje.

Hay que indicar que este libro, a pesar de su nombre, no es uno de esos libros informativos que Ana Garralón está estudiando tan a fondo. Es decir, ni siquiera responde a la pregunta del título, o, si lo hace, es de forma figurada.

Nos habla una niña que exactamente a la mitad del libro se nos hace mujer, y habla recordando a su abuelo, quien a su vez le hablaba (le habló) mucho de los pájaros, y le decía que aprendiera de ellos. ¿Aprender qué?

A lo largo de las dobles páginas vemos muchas escenas de aves, con especies de todo tipo. Creemos reconocer palomas, golondrinas, aviones, petirrojos, cigüeñas, estorninos tal vez, y patos. Flanquean las escenas en las que están los verdaderos protagonistas, la mujer/niña y su abuelo, en la ciudad, en los parques, en la casa. Enseguida la historia nos introduce en un tiempo de calma, de meditación y recuerdo. No es bella la ciudad, por cierto; hay mensaje en eso: la reflexión sobre las aves nos lleva a criticar nuestro modo de vida acelerado y urbanita.

Las ilustraciones son magníficas, en tanto que están llenas de juegos visuales que convierten la lectura en algo entretenidísimo. Nos ha encantado la mezcla con fotografía, pues da un resultado tremendo. Cada doble página es un canto de amor a las aves, si bien hay que hacer notar que no hemos encontrado una lógica clara en la presencia de tantas pareidolias y detalles ornitológicos escondidos. ¿Para qué? No hemos llegado a poder interpretar su sentido (¿volaba demasiado alto para nosotros?). Casi parece en ocasiones virtuosismo sin más… Pero al caso: la barba es un ganso, bien; la nuca es lisa y del color de la cáscara de huevo, bien; los arcos del puente serializan un cascarón abriéndose, okey. Hay jaulas abiertas, farolas que echan a volar… Incluso un montón de paraguas que a nosotros nos han parecido un homenaje a ese magnífico álbum que es Bandada, con el que comparte cierto sentido.

Este libro puede ejemplificar lo que muchas voces autorizadas comentan sobre el boom del álbum: se da el caso de álbumes con una ilustración pensada hasta el detalle, hasta la posición milimétrica de un troquelado o la silueta que casualmente conforman unas hojas de otoño caídas en el suelo; pero con un texto que tiene una narratividad o poeticidad más limitada y un final que se escurre como un globo pinchado. Pablo Caracol nos da una ilustración excelente, pero su idea textual no ha enganchado a nuestros pequeños lectores o les parece que no termina de arrancar. ¿Sorprende que hayamos clasificado este libro en «A partir de 15 años»? Expliquémoslo. Nuestra idea es que es un libro que puede no conectar con el público más infantil, pero que si cae en manos de un adulto puede convertirse en uno de sus favoritos. Y no está mal que se reivindique que los álbumes ilustrados no son solo cosa de niños ni se circunscriben a prelectores. Qué va. En este sentido, ¿Por qué los patos vuelan en forma de V? también puede ser parangón del álbum que debería leerse con una perspectiva más madura. El planteamiento de monólogo que oímos en la cabeza de la protagonista (al principio niña, al final adulta) no conecta con un público infantil (como han afirmado muchas reseñas), pero sí con el adulto que transita por el estado de ánimo de la nostalgia. Es un libro que habla a adultos que «sientan la cabeza». La historia que cuenta es una no-historia, un estado anímico de la adultez, un sentirse desorientado y acordarse de los consejos de tu abuelo. Léase con este espíritu y hallarán un libro magnífico.