Puegos y joemas

Iñigo Astiz: Puegos y joemas. Ilustr. de Maite Mutuberria. Albuixech: Litera Libros, 2022. 74 pp.

¡Eh, acaba de ser seleccionado como uno de los 20 ganadores del premio 2024 de la Fundación Cuatrogatos!, y por eso conviene darle aquí su espacio a este joemario de puego, aunque ya lleve en librerías un par de años.

Poemas que son puro juego, claro, por algo el título, como el llamado Dirección contraria, basados muchas veces en la grafía o la puntuación, un recurso que la poesía infantil explora con éxito una y otra vez. Otros más profundos, como El duelo. Otros que son enigmas interpretativos (¿habla En el ascensor de un pedo discreto?). Otros muy lúcidos (El agua). El que lleva por título Hojarasca es magnífico, es nuestro favorito (¿y el tuyo?). Otros te dejan pasmado, como Llegó el escarabajo al Polo Norte. Otros te sacan una carcajada de golpe al llegar al final, como Pájaros pájaros. A Astiz le encanta jugar con la perspectiva de las cosas, y hay varios poemas que nos hacen dudar de si estamos mirando la realidad desde el lugar odauceda, o nos enseñan cómo sería el mundo si fuésemos una mosca o una nube. (El globo, por cierto, nos recuerda a ese microcuento de Miguel Saiz: «Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver cómo se le escapaba el niño»). Y luego llegas al índice y solo puedes decir «¡bravo!».

Cada poema posee una pequeña ilustración de un personaje, dibujado con la fantasía y libertad con la que los monjes miniaban las letras capitulares en esos días en que se encontraban inspirados. De hecho, cada personaje lleva una letra o un signo (¿casualidad?). Y de vez en cuando, ¡zaca!, una doble página que pinta unas escenas para gozarlas, de mundos humanos y animales que entran y salen unos de otros.

Litera Libros se consolida como una editorial clave para la nueva poesía infantil, con varios libros de Mar Benegas publicados ya, y ahora este de Iñigo Astiz, con la magia de Maite Mutuberria, publicado originalmente en euskera y que es como salir a jugar al parque una tarde con amigos. No hay nada como que el mismo autor sea su traductor, pues si no hubiera sido así, seguramente el estilo se hubiera perdido, como sucede muchas veces.

 

 

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