Camuñas

Camuñas

Margarita del Mazo (escritora) y Charlotte Pardi (ilustradora): Camuñas. Pontevedra: OQO, 2012, 40 pp.

Un título mítico para muchas aulas de Educación Infantil, incluyendo cuentacuentos y talleres de fomento de la lectura protagonizados por este grandullón verde que se enfrenta a serios problemas de identidad. O quizás es que se encuentra con una niña de gran intelecto y rápida con el arma verbal.

Margarita del Mazo nos cuenta la historia de un brujo con unas uñas afiladas como cuchillos, de nombre Camuñas para que no quepan dudas sobre el tamaño de sus garras, que vive al otro lado de todo: del bosque, de la montaña, del río y del pueblo. Su dieta, como buen brujo terrorífico, tiene como ingrediente principal a los niños; da igual si son gordos o flacos, altos o bajos y si son rubios, pelirrojos o morenos. Todos ellos tienen cabida en su cazuela. Hasta aquí, todo normal. Bueno, o al menos todo normal cuando lo normal era que hubiera adversarios en la literatura infantil, pero eso es una historia para otro día.

 

El caso es que el temible Camuñas se va en busca de la cena y se cuela en casa de Blanca, una niña a la que le encanta mirar la luna y charlar con visitantes nocturnos inesperados. De hecho, tras una sonora ventosidad muy inoportuna, la pequeña se despierta justo cuando el brujo está a punto de atacar y le saluda amable y alegremente. Aquí, comienza un diálogo que se sube a hombros del de Caperucita y el lobo vestido de abuelita, solo que esta vez Blanca va desmontando la identidad del atacante y acaba convenciéndole de que no es el Brujo Camuñas sino el Brujo Pirujo. Y parece ser que el Brujo Pirujo no solo no come niños, sino que encima le dan alergia. Mira tú, qué suerte para la pequeña.

Charlotte Pardi ilustra esta historia con humor, combinando toda una variedad de técnicas que logran crear las diferentes atmósferas que el texto va necesitando, aunque sin llevar un peso especialmente marcado en la narración. Las guardas imitan los pantalones de Camuñas ‒que, por cierto, recuerdan a los de Obélix aunque algo más del Atlético‒ y se unen al guiño humorístico de todo el libro.

En definitiva, una obra divertida que además da pie a la participación del lector, una vez que conozca la historia, gracias a la repetición de estructuras.