En casa de mis abuelos

En casa de mis abuelos

Arianna Squilloni (texto) y Alba Marina Rivera (ilustraciones): En casa de mis abuelos. Barcelona: Ekaré, 2017, 36 pp.

Descubrí este libro durante el Fórum organizado por la Asociación Âlbum de 2018 (aprovecho para recomendar encarecidamente que, si podéis, asistáis al que van a organizar este año porque pinta francamente bien). Arianna Squilloni, autora del texto, hizo referencia a esta obra entre muchas otras maravillas durante su charla sobre la magia de la focalización en el álbum ilustrado. El flechazo fue inmediato, con Arianna y con el libro.

Los dos se las ingeniaban para usar las cosas de una forma curiosa.

Así como mi abuelo esgrimía su bastón, mi abuela tenía sus medias.

En casa de mis abuelos no engaña en el título y nos muestra a una deliciosa pareja de abuelos dedicados a sus quehaceres del día a día: arreglar el gallinero, tender la ropa, recoger la ropa a la carrera porque cae el chaparrón que nos envía el bueno de Murphy… También nos muestra a los ancianos afanándose por la doble página para colocar todo un despliegue de baldes, cubos, sartenes, tazas y hasta teteras en cada una de las goteras que se multiplican en las hojas.

Pero después del aguacero sale el sol y el lector se encuentra inmerso en una bucólica mañana de verano, con dos jovencitos primos que han recalado en casa de los abuelos para pasar las vacaciones. La paleta de colores, brillante y saturada aquí, nos lleva a esos días felices, llenos de risas y aventuras donde abuelos y nietos lo pasan en grande escalando árboles, persiguiendo gallinas y pintando tejas de colores. Sin embargo, las vacaciones estivas, cargadas de luz y energía, poco a poco va transformándose en tonos otoñales y hojas secas en el suelo.

Los jóvenes pimpollos desaparecen hasta el siguiente año, pero dejan tras de sí su obra maestra de tejas de pizarra coloreadas. ¡Bendita generosidad de los virtuosos que regalan su arte con envidiable altruismo! El caso es que el abuelo ve clara la solución a las goteras que vendrán con las primeras lluvias y, armado con su bastón multiusos (los suizos andan detrás de la patente), arregla el tejado de una vez por todas.

Y todo lo dicho hasta ahora podría entenderse como un resumen de la obra; pero con este libro sería de juzgado de guardia quedarse en un resumen. Arianna Squilloni y Alba Marina Rivera logran crear un tándem donde palabras e imágenes logran la magia de los álbumes ilustrados que te enganchan y no te sueltan. Lo que cuentan unas y lo que cuentan otras, lo que callan unas y lo que callan otras; cómo dirigen la mirada del lector, cómo entrelazan lenguaje visual y texto; cómo consiguen, en definitiva, crear un producto total donde cada mínimo elemento forma parte de la historia, del mundo que quieren crear (guardas incluidas, evidentemente).

En casa de mis abuelos es una obra para ir y venir por sus páginas, para encontrar nuevos hilos narrativos, y para descubrir detalles y disfrutar tranquilamente de la pericia de escritora e ilustradora. La magia de la literatura infantil, oigan.