Las tortugas nunca duermen

Las tortugas nunca duermen

Esther Pardo (texto) y Miguel Díez Lasangre (ilustraciones): Las tortugas nunca duermen. Barcelona: Ekaré, 2018, 36 pp.

La primera doble página nos presenta a Felicia, una simpática anciana, y a su tortuga, Tina. Se hacen compañía, se quieren, se hablan y se escuchan. Tienen las dos una cara de simpáticas que no pueden con ella; qué ganas de encontrárselas en el parque para charlar un rato. Por las ilustraciones podemos conocer a Felicia mucho más de lo que nos dicen las palabras. Es una mujer aventurera que tiene la casa llena de fotos de sus viajes: escalando, buceando, en un safari… No falta el globo terráqueo que todo buen viajero suele tener en casa, así como fotos e ilustraciones que adornan el pasillo con miradas a Chile, Kenya, México o Venezuela. La buena mujer ahora parece llevar una vida tranquila pero, gensanta, qué envidia el ritmo que ha llevado hasta ahora. 

El caso es que Felicia y Tina pasan juntas el día, pero no la noche. Y no precisamente porque cada una esté durmiendo en su cuarto… Resulta que cuando desaparece el sol, surge la magia en casa de nuestras protagonistas. Mujer y tortuga se miran fijamente a los ojos con inmensa ternura y poco a poco ocurre el milagro: Felicia se convierte en una alegre tortuga con un caparazón de flores y Tina muda en una humana de lustrosa bata verde escamada. Y cada una disfruta de lo que más ansía: Felicia descansa en el acuario, en su islita artificial, lee, escucha música y chapotea sin dolor de piernas alguno; mientras tanto, Tina sale de marcha y recorre la ciudad en busca de aventuras terrestres.

La historia, maravillosa. Las ilustraciones, encantadoras y divertidísimas. El tándem Esther Pardo-Miguel Díez Lasangre, un éxito. Crean una atmósfera de cariño, de humor, de diversión. Enganchan al lector y le sacan una sonrisa, mientras le cuentan una historia de amistad, cariño y magia. El final, inmejorable, con visita al veterinario incluida y una tremenda estampa con la fauna que se recupera del quirófano: un perrillo leyendo recostado, una liebre resolviendo un cubo de Rubik y pulpo, loro, serpiente y lagartija, con sus respectivos vendajes, mirando preocupados cómo curan a Tina de un desafortunado traspiés. Pero nada que no se pueda superar.

Son las mejores amigas

que ha habido nunca

sobre la tierra y bajo el agua.