La playa de los inútiles

La playa de los inútiles

Àlex Nogués (texto) y Bea Enríquez (ilustraciones). La playa de los inútiles. Barcelona: Akiara Books (Akinarra 1), 2019, 88 pp.

Me llamo Sofía. Tengo once años y medio y de mayor quiero ser inútil.

Con esta frase se inicia la historia de Sofía que es toda una declaración de intenciones que tenemos que interpretar a su debido tiempo. Esta niña de once años y medio tiene muy claro su futuro, pero no es por casualidad. Cuando sus padres dejan la ciudad para trasladarse a un pequeño y lejano pueblo todo cambia para ella. Allí no hay centros comerciales ni se escuchan coches ni ruidos de toda clase a todas horas. Pero tampoco puede ver la televisión tanto como antes y sus amigos de siempre están muy lejos.

El cambio para Sofía es muy duro, sin embargo, poco tiempo después llega a conectar de forma tan profunda con sus nuevas amistades y con la playa casi desierta que visitan prácticamente todos los días que la niña descubre sus pasiones. La música, la naturaleza y las cosas sencillas son su prioridad. Una nueva forma de afrontar la vida que le hace reflexionar sobre la pertinencia de lo que aprende en la escuela:

En la primera evaluación, las maestras consideraron que mis habilidades en expresión plástica, música y educación física eran sobresalientes. En cambio, mis dotes matemáticas se valoraron como insuficientes, en especial por mi actitud no adecuada: «Falta de atención y de estudio». A mí no me preocupó demasiado. Tenía argumentos de peso que estaban a mi favor. ¿Quién podía mostrar una buena actitud ante una página repleta de números fraccionados? ¿Qué interés puede tener clasificar los ángulos?

En este nuevo lugar donde vive Sofía es más importante sentir que hacer; observar que mirar y la niña se deja seducir por la pintura de Kandinski y la música de Mozart. En la escuela rural los horarios y el ritmo es muy distinto y sus nuevos amigos Frodo y Fau. Todo ello nos llega de forma directa, amena y llena de humor en forma del diario personal de la niña que tiene la intención de hacerse entender por su familia, ya que: «Papá se ha vuelto un gran No». Y es que sus padres lo sienten de otra manera, su madre añora la floristería donde trabajaba y su padre está más ocupado que antes. Pero ella está encantada con el cambio.

En la playa, Sofía descubre personas tan interesantes como un señor que colecciona palos y otros que pasan las horas tocando el violín. Nada de esto satisface a su padre que afirma que debe pensar en tener un oficio porque las aficiones de su hija -tocar la guitarra, dibujar, pasear por la playa en invierno o coleccionar las conchas que encuentra entre la arena- no sirven para nada. Por eso, Sofía desea ser una inútil ya que es lo que la hace feliz y no soporta cuando su padre insiste que algún día deberá «ganarse la vida». 

En definitiva, una novela breve para adolescentes que combina un lenguaje muy cuidado con las bellas acuarelas del entorno en el que se sumergen los personajes que envuelve al lector en una atmósfera que le hará vibrar tanto o más como a la propia Sofía. Toda una reivindicación del menos es más y de vivir el momento presente, además de una invitación a llevar un nivel de vida de más calidad que nos hace plantearnos muchas cuestiones. Un libro dirigido a los jóvenes, sí, pero para jóvenes que sueñan con un futuro donde ser felices explotando las habilidades que se les da bien y con las que se sienten a gusto. Estamos ante una historia que interpela directamente a los padres y a las nuevas corrientes educativas que hablan de inteligencias múltiples y de las bondades de explotar la creatividad al máximo. Una llamada a la nueva forma de educar, no solamente en los centros educativos, y que invita a reflexionar sobre nuestras prioridades.

Se pueden leer las primeras páginas aquí.