El camino de la montaña

El camino de la montaña

Marianne Dubuc. El camino de la montaña. Barcelona: Editorial Juventud, 2019, 76 pp.

Marianne Dubuc. Cómo nos gusta. Aun resuenan en nuestro recuerdo las carcajadas que el Ratón cartero o alguno de los personajes del carnaval de los animales provocaron. Pero en esta ocasión, la autora no se vale del humor para conquistar al lector, no. En esta ocasión, es a través de la ternura que desprenden estas nuevas páginas como ella se hace con nuestro corazón.

El camino de la montaña dibuja un sendero que serpentea entre el humanismo. Los colores sosegados aportan un ritmo pausado a la narrativa que establece un clima de intimidad con el lector. Una narrativa visual que sin romper con la pausa y la armonía, manteniendo la complicidad, proporciona dinamismo al variar continuamente la disposición de las imágenes en el lienzo. Ilustraciones a doble página, a una página o, incluso, distintas imágenes compartiendo un mismo espacio. Encontramos escenas donde el color alcanza y desborda los límites del papel, conviviendo con algunas acciones y detalles contenidos y recogidos en la blancura de los márgenes. Blancura que ofreciendo un espacio propio a cada lector, está presente prácticamente en cada ilustración, en cada página. Una blancura ausente únicamente en la apaisada cima que pertenece en exclusiva a los personajes. Por aquí veremos desfilar, en distintos momentos de la trama, a la señora Tejón a Leo y Will, el buitre cabecirrojo, que será testigo de cómo poco a poco, la montaña de la señora Tejón se convierte en la montaña de Leo.

La señora Tejón disfruta de la madurez desde la serenidad que aporta la experiencia. Saborea el placer de la amistad y las pequeñas rutinas. Cada domingo toma el sendero de detrás de su jardín y camina hasta la cima de la montaña. Cada fin de semana asciende al Pan de Azúcar, paladeando el instante, atenta a los detalles. Hasta que un domingo percibe la presencia de un pequeño gatito: Leo. Joven, inexperto, tímido e inseguro. Un gatito con un deseo, subir hasta la cima. La señora Tejón, en su amabilidad, en su darse a los demás, acogerá a Leo. Le ayuda, le anima, le enseña. Y Leo aprende, cree y crece.

Encontramos la caminata como analogía de la vida, una manera de vencer al tiempo a través del legado y el recuerdo. La señora Tejón inspira con su modo de subir a la montaña. Invita a que el trayecto por la vida sea un gran acto de amor, como la educación, como la amistad donde se da sin esperar nada a cambio, donde se vive pensando en los demás.

¡Ay, Dubuc, cómo nos gusta! Ilustraciones luminosas, historias graciosas y entrañables personajes. Maravillosos ingredientes combinados en obras deliciosas. Verás cómo en esta ocasión Marianne, a través de su ternura, te roba el corazón.