La chica pájaro

Sandy Stark-McGinnis: La chica pájaro. Barcelona: Blackie Books, 2020. 182 pp.

Hoy vamos a proponer un nuevo término. Creemos que va a tener éxito entre las editoriales y entre los libreros y los críticos, y eso que nuestro «palabro» no está en inglés, que es lo que más nos pone a todos. El término es bueno porque refleja algo que vemos cada vez con más frecuencia en la literatura infantil y juvenil actual, y que caracteriza también este libro que reseñamos hoy. El término es bueno, además, porque está en armonía con las tendencias educativas y con las reivindicaciones en torno a la infancia. El término es bueno, a fin de cuentas, porque define aquello que quiere definir, y con eso debería bastar.

El término es «LIJ de la diferencia«. La chica pájaro es un libro en el que se trasluce un objetivo muy claro: normalizar la diferencia; la diferencia de la protagonista (y ya de paso de otros personajes cercanos) con el resto del mundo. Celebrar la diversidad y especificidad de cada cual… Que cada uno es cada uno y tiene sus «cadaunadas».

Su cabeza se ha activado y estarán ustedes pensando en Wonder (que hemos reseñado aquí), o en Tally (que pronto reseñaremos), o en algunos otros. O puede que nos digan: los protagonistas de los libros infantiles, y sobre todo de los juveniles, siempre han sido un pelín raritos, y lo de sufrir cierta marginación por parte de su entorno era una marca de serie. Puede… pero lo cierto es que ahora no estamos ante una peculiaridad en aficiones, como el Bastian de La historia interminable, ni ante una torpeza indefinida, como en el primer Harry Potter. Lo que empezamos a ver es que las diferencias tienen nombre, tienen diagnóstico (sea síndrome de Treacher Collins, sea autismo…), y el tema central sobre el que giran estos libros es la integración del protagonista, por encima de cualquier otro.

La chica pájaro es «LIJ de la diferencia». December, su protagonista, es una chica de 12 años que lleva un largo historial de familias de acogida con las que nunca ha encajado. No lo ha tenido fácil, ni se lo pone fácil a las personas que intentan hacerse cargo de ella. December tiene la extraña manía de creer que es un pájaro, de alimentarse de semillas exclusivamente, de subirse a los árboles y saltar al vacío… con la confianza de que en alguno de esos saltos le brotarán mágicamente unas hermosas alas desde la cicatriz que tiene entre los omoplatos… y se irá volando de allí.

Pero eso aún no ha sucedido, aunque… tal vez su suerte esté a punto de cambiar.

No hay humor en la absurda tenacidad de December de subir a los árboles, saltar desde la altura y caer sufridamente. Es dramático. Trágico. El lector siente un dolor interno al contemplar este bucle trastornado con el que la propia December se cierra a salir de su espiral de aislamiento. Capítulo a capítulo el lector tiene que comprender, con December, que los procesos de sanación son lentos, y que puede haber recaídas y pasos atrás. Y menos mal que intuimos que puede esperarnos un final feliz…

La intriga de La chica pájaro está bien llevada. Se mantiene una alegoría continua con la recuperación de los pájaros de un centro de aves heridas, y el día a día del instituto de December tiene también su importancia. No es, pues, un libro estático o únicamente introspectivo, sino que los sucesos y la aparición de nuevos personajes van abriendo la intriga poco a poco a sucesos interesantes.

Aunque la parte escolar está un poco tomada por los pelos, pensamos, con ingredientes algo tópicos de bullying (y eso que la autora es docente) y una indiferencia de los adultos que no se explica bien, las escenas de hogar son magníficas. El personaje de Eleanor sin duda les cautivará: su sabiduría, su constancia, su humanidad.

Ciertamente es un libro inspirador, sugerente, bien cerrado y bien escrito. Una novela de crecimiento para los albores de la adolescencia, que trata sobre sentirse incomprendido, sobre las heridas mal curadas de la infancia, y sobre las pequeñas victorias en la difícil tarea de encontrar una identidad y un «nido» en el que estar a gusto.

Blackie Books ha tenido a bien cambiar la horrible cubierta de la versión norteamericana (y eso que la autora decía estar «maravillada» (p. 182) con ella), y también cambiar el título original, que rezaba Extraordinary Birds. Para cuando lo reediten, les sugerimos revisar que todos los fragmentos del diario de December estén con la tipografía cursiva que usan al principio.