Tally, la niña tigre

Libby Scott y Rebecca Westcott: Tally, la niña tigre. Milán: Duomo, 2019. 355 pp.

Tally, tiene 11 años y está apunto de entrar en Secundaria. Tiene miedo al cambio, claro, y a si será aceptada en este nuevo ambiente donde se espera que se comporte de otra manera solo porque “ya es mayor”. ¿Les suena? Podrían ser las mismas aprensiones de Gregg, Nikki o Rafe Khatchadorian (protagonistas de El diario de Gregg, El diario de Nikki y Los peores años de mi vida, respectivamente). Literatura humorística coming of age. Sin embargo, y aunque todas estas incertidumbres son muy legítimas y propias de la edad, Tally tienen más derecho (si nos lo permiten) a sentirse insegura y por eso su relato es más dramático que cómico. Porque Tally es autista. Permítanme que puntualice: la mente de Tally se caracteriza por tener rasgos del síndrome de Asperger, es decir, autistas de alta funcionalidad con cociente intelectual superior a la media.  

Acompañamos pues a Tally en este peligroso camino que es “forzarse a ser lo que uno no es solo porque así será más aceptado por los demás”. Y más ocultando y controlando lo que ella oculta y controla; o trata de controlar. Así nos lo dice ella misma en su diario:

Cuando estoy en la escuela o en algún lugar nuevo tengo que esforzarme mucho en actuar de forma diferente, una forma que a todos los demás les parezca normal. A veces copio lo que hacen o dicen. A veces intento conseguir que todos rían. Dedico mucho tiempo a escuchar a mis amigas cuando hablan entre ellas para averiguar lo que tengo que decir en una conversación Es un montón de trabajo. Otras veces puedo estar triste o asustada, pero sé que a la gente no le gustaría si permitiera a mi cabeza y mi cuerpo hacer lo que necesitan, como gritar o salir corriendo. Así que hundo esos sentimientos muy muy dentro de mí y me comporto como si todo fuera bien. El único problema es que no se puede esconder para siempre lo que uno siente. Sé más sobre eso que la mayoría de la gente.

Lo más escalofriante y conmovedor es que los fragmentos de diario de Tally, donde intenta explicarnos qué es el autismo a los neurotípicos (personas con una neurología estrictamente típica) y que se intercalan en el relato novelado, están escritos por Libby Scott, autista real, que ya a sus 10 años revolucionó Twitter cuando su madre publicó su relato, “The Life of a Perfectionist”, sobre lo que significa ser autista.

Al innegable valor de estos fragmentos de diario hay que añadir la veracidad del relato de la novelista Rebecca Westcott que, casi remedando el estilo sencillo, directo y potente de Libby Scott, construye una novela directa y desnuda, sin grandes ínfulas literarias, sobre lo que significa ser autista. Bastan unas cuantas páginas para sentiros ya en la piel de Tally e intuir lo que debe significar lidiar en el día a día con el autismo (“Imagínate lo que es llevar cada día un nudo de ansiedad y miedo. Ya hora intenta aprender álgebra mientras lidias con todo eso”).

Es cierto, por otro lado, que no hay mucho más argumento que el que se construye para que Tally llegue a la autoaceptación de su autismo, a sentirse incluso orgullosa de él y a la conclusión de que su entorno la debe aceptar tal y como es. En este sentido, echamos de menos un poco más de intrepidez en los recursos narrativos utilizados. Se puede ser fiel al retrato de estas mentes tan ricas y complejas para ganar el respeto y la comprensión por parte del lector neófito, apostando por un estilo y unos recursos narrativos más sofisticados y audaces. Sin ir más lejos, seguramente tenemos todos cercano el recuerdo del Christopher Boone de Mark Haddon en El curioso incidente del perro a medianoche, cuyo itinerario de empoderamiento pasa por la creación de una voz narrativa única y un argumento perfectamente tejido que implica tener al lector en una continua sorpresa.

En el itinerario de Tally, la máscara de tigre que justifica el título en castellano (el original es Can you see me?) tiene un papel simbólico importante. Cuando Tally se enfunda en ella ya no es Tally, angustiada, diferente, apocada, se convierte en la Niña Tigre, poderosa y valiente, capaz de enfrentarse a todo. Pero es precisamente la máscara (la simbólica y la real) lo que Tally debe aprender a quitarse para poder reconciliarse con ella misma y su entorno, para que ella misma se acepte como es; primer paso inexcusable para que también la acepte su entorno. Por eso, no consideramos acertado el cambio de título que experimenta la novela en su traducción. Can you see me? alude más a esa profunda necesidad humana de ser vistos en nuestra autenticidad más pura, sin maquillajes, sin convenciones sociales. Si la meta del viaje que emprende Tally es renunciar a su máscara, resulta limitante, incluso contradictorio, para el propio personaje encasillarla desde el título.

En resumen, Tally, la niña tigre, es un vibrante y conmovedor testimonio de “LIJ de la diferencia, que, en este caso, bucea en las profundidades y maravillas de la mente humana para hacernos comprender que lo que por desconocimiento o frivolidad consideramos habitualmente “raro” es, en realidad, fascinante.