¡Pellízcame!

¡Pellízcame!

Ellen Duthie (texto) y Daniela Martagón (ilustraciones): ¡Pellízcame! Madrid: Wonder Ponder, 2018, 40 pp.

No se trata de una novedad editorial, de hecho Wonder Ponder ha sacado recientemente dos obras que esperamos poder reseñar pronto en Literatil. Pero el proyecto de esta editorial, que cumple 5 años tal y como celebran en su web, es tan sencillamente hermoso e imprescindible que un impulso irrefrenable nos obliga a hablar de él.

Plantean filosofía visual para niños y han publicado ya cuatro títulos, de los cuales ¡Pellízcame! es el cuarto (aquí podéis leer la reseña que hicimos del tercero, Lo que tú quieras). El planteamiento es común a las cuatro obras: se trata de una caja (al menos en su edición en España) que contiene 14 láminas en las que por un lado hay una ilustración que plantea una situación un tanto ambigua, extraña (¿incómoda?) y por el otro presenta una serie de preguntas para iniciar o promover la conversación a partir de esa imagen.

Los interrogantes ofrecen una suerte de guía, un susurro al oído por si te quedas en blanco a la hora de hablar del dibujo propuesto por Daniela Martagón, pero el lector (¿usuario? ¿jugador?) es totalmente libre de inventar sus propias preguntas, de ampliar y de dejar que la conversación se vaya por los derroteros que más apetezcan una bonita y bochornosa tarde de agosto.

En esta ocasión, tras haber reflexionado sobre la crueldad, la identidad y la libertad, el equipo de Wonder Ponder se decanta por hablar sobre la realidad. Ellas son así, se lo pasan bien azuzando sobremesas conflictivas. ¿Qué es real? ¿Por qué y cómo podemos saberlo? Pero, sobre todo, ¿cómo podemos estar tan seguros de lo que es real y lo que no? Y, una vez hayamos podido alcanzar alguna certeza en esa dirección (si bien no son certezas lo que buscan estas cajas), ¿qué hacemos con lo que decidimos que no es real? ¿Cómo nos relacionamos con ello? ¿Cómo dejamos que nos afecte o que nos sea indiferente? Podría pretender haber resumido con estas preguntas las reflexiones que se plantean en ¡Pellízcame! pero, si han ojeado alguno de los otros títulos o si simplemente se han sentado a conversar con un niño sobre lo humano y lo divino, saben de sobra que el temario es infinito.

Lo precioso del proyecto es algo que ya hemos comentado pero que es necesario subrayar doblemente. Estas obras no buscan ofrecer respuestas, ni siquiera ayudar al lector a encontrarlas por su cuenta. Se recrean en plantear preguntas, en disfrutar descubriendo nuevos interrogantes que tengan capacidad de desmontar creencias y pensamientos que creíamos más o menos firmes. Su terreno de batalla es la ambigüedad, la incertidumbre, la duda; ofrecen al lector un espacio de experimentación sin un destino fijo y le ayudan a sentirse cómodo ante la ausencia de respuesta. Y eso es algo hermoso, absolutamente imprescindible y, de momento, no tan habitual en el campo de la literatura infantil. Así que infinitas gracias, Wonder Ponder, por la lucha a favor de un lector infantil crítico y participante.