El libro de Gianni Rodari

Gianni Rodari: El libro de Gianni Rodari: versos, cuentos y vida. Barcelona: Blackie Books, 2020. 401 pp.

Termina el centenario de Gianni Rodari y el año se cierra con un libro que se abre. Un libro dedicado a Rodari, con una antología muy completa y variada de sus textos, al estilo de lo que Blackie Books hizo con otros autores como Gloria Fuertes. La introducción de los editores no deja duda: hay una deuda en toda nuestra literatura infantil, en todo nuestro pensamiento sobre la creatividad y la infancia actuales, que se remonta a ese fabuloso escritor italiano. La deuda, en el caso de los editores, es también personal, emocional; Rodari para ellos es… ¡ah! 

Todos los textos incluidos (poemas, cuentos, reflexiones) son cortos. El libro se puede abrir por donde se quiera y siempre se encontrará algo de provecho, como decía nuestra abuela que ocurría (eran otros tiempos) con el Kempis. Hay también unas pildoritas biográficas sobre Rodari, que son deliciosas, y muestran la intención divulgadora, proselitista casi, de este libro-homenaje. Las páginas tienen ilustraciones de Marta Altés, imaginatriz habitual de la editorial, que llena de color los textos; útilmente, pues nos permite también diferenciar secciones; y estéticamente, claro, haciendo un libro que, por no andarnos con pedanterías, diremos que es sencillamente alegre.

Hay una sección sobre gatos y ratones. Historias por aquí y por allí sobre los viajes de Juanito Pierdedías. Otras sobre Alicia Quesecae. Otros textos sobre las guerras, los emperadores y los dictadores, que a Rodari le caían muy mal. Muchos, por todas partes, con esas reivindicaciones sociales tan del autor: contra el trabajo de la infancia, contra el hambre, a favor de dar voz, a favor de la justicia…

Es necesario volver a reconocer que Rodari tuvo una imaginación insólita. Los argumentos de sus cuentos son absolutamente inesperados: ¿Qué sucede si hay un bolígrafo que te hace los deberes? ¿Y si nace alguien de cristal, tan transparente que se le ven los pensamientos? ¿Cómo se vive en el país donde la gente es de mantequilla? Genial. Le pasa, en cambio, a nuestro pesar, que Rodari fue mejor en los planteamientos que en las resoluciones. Ya sabemos que a veces ofrecía varios finales posibles alternativos; pero otras veces, directamente no se decidía a cerrarlos: «Amigos, ahora seguid vosotros. Yo no os digo cómo termina el cuento» (p. 216). Nos hubiera gustado que nos lo dijera…

Hallamos también poemas tan magistrales como «Qué se necesita» (p. 238). Aunque, junto a ellos, hay otros bastante más intrascendentes y un pelín ripiosos («A la cigarra», «El año pasado», «El ascensor», «El caso de un paréntesis»…), que nos hacen pensar que Rodari pueda ser mejor como influencia que como autor. Eso sí, él mismo no se atreve a autodenominarse poeta: «siempre he preferido denominarme fabricante de juguetes, de juegos con palabras e imágenes, de comunicaciones y provocaciones en verso» (p. 94). Y eso sí lo hace como nadie: «Un arcoíris sin temporal / ¡no estaría nada mal! / Sería una fiesta para toda la tierra / que llegara la paz antes de la guerra» (p. 190).

Los escritos más reflexivos de Rodari (con fondo amarillo en este libro) definiendo cosas como la imaginación, el juego, el trabajo, el colegio, la lectura, el lenguaje, el miedo, los hermanos… son de lo mejor. Lo explica de tal modo que los niños entienden los conceptos y los adultos, que creían saber las definiciones, reaprenden a mirarlo todo de un modo más sencillo, nítido y, a menudo, contradictorio.

Un detalle magistral de la edición es que la única errata del texto («no que quejo», p. 201) se encuentra justo antes de la introducción a «El libro de los errores» (p. 202), que precisamente argumenta cómo «los errores son necesarios, tanto como el pan, y a menudo bellos: la torre de Pisa, por ejemplo».

Un libro-homenaje, decíamos; un libro-desafío para niños y para adultos, un libro-souvenir, un libro-regalo para que todos tengan a Rodari cerca. «No para que todos sean artistas —como dijo el autor en otra parte—, sino para que nadie sea esclavo».