¡Deprisa, deprisa!

¡Deprisa, deprisa!

Clotilde Perrin. ¡Deprisa, deprisa! Barcelona: Editorial Juventud, 2020, 32 pp.

Deprisa, deprisa. ¡Por Dios, qué prisa! Todo el día corriendo para, además, llegar siempre a destiempo. Se vive con el tiempo tan justo, tan repleto de quehaceres que no hay ya hueco para el sorpresivo contratiempo. ¿Cavafis y su Ítaca? ¡Nada, se ha ido todo a la caca! Resulta tan complicado disfrutar del viaje y el momento. Imposible a este ritmo de vida. Inviable a la velocidad de los trayectos

¡Deprisa, deprisa! está lleno de movimiento. Una viva sensación que Clotilde logra combinando diversos recursos. Por un lado, el formato apaisado del álbum que se exagera aun más, con el continuo uso de la doble página. Y por otro lado, la misma ilustración que se nos ofrece a modo de secuencia, mostrando en cada lámina la concatenación de acciones consecutivas. Así, sobre un mismo lienzo, a un simple golpe de vista podemos distinguir a nuestra protagonista en diversos momentos. Avanzando en el tiempo.

Y si la ilustración aporta a la trama el movimiento, es la disposición del texto la que modifica y varía el ritmo de la historia y la lectura. En la primera parte, el texto persigue a la acción a toda velocidad, poniendo a cada palabra y cada letra en fila de a uno. Pero, en la parte final, el ritmo se tranquiliza. El texto tiene tiempo de jugar, rompe la formación en hilera, se entromete entre escenas y acciones, y juega con formas y disposiciones.

¡Deprisa, deprisa! nos invita a parar. Mirar. Respirar. Abandonar el frenético ritmo que la urbe imprime al día a día. Descabalgar de la gasolina, reflexionar y hallar un ritmo más armónico con la vida. Recuperar tiempo para jugar, para reír. Para ser y para estar. ¿Y el trampolín para semejante cambio? La autora sitúa el punto de inflexión en un fallo, un incumplimiento sobre lo programado. De manera hábil, pone en valor el error. Lo ilustra como punto de partida para una nueva vida. Se valoriza el yerro, no se considera como un fracaso sino como hallazgo, como un nuevo inicio, el comienzo de una nueva aventura.

Deprisa, deprisa, hazme caso. Tómate tu tiempo, no vayas tan aprisa. Cógete un cuento, este mismo, y disfrútalo con detenimiento. Piensa en los tuyos, busca el momento. Compártelo, y verás que contento.