Khalat

Giulia Pex: Khalat. Madrid: Liana, 2020. 128 pp.

Tener que huir. Qué cosa tan lamentable. Que te echen las balas. De tu casa, de tu universidad, de tu tierra. A ti y a tu familia. A tu gente. Los muertos. Las banderas. La soledad. El hacinamiento. El miedo. La esperanza.

Khalat es un relato de la guerra en Siria, del conflicto kurdo y todo lo que eso supone: migrantes forzosos, campos de refugiados, clandestinidad en la frontera. La protagonista era una chica universitaria, en una Siria pre-bélica que no es tan distinta de tu país y el mío. Sus ilusiones y proyectos (entre ellos su pasión por el francés, refiriéndonos a la lengua y al profesor) se marchitan de golpe con una guerra que parecía solo una protesta al principio, y no le queda más salida, a ella y a su familia, que escapar.

Si el género cinematográfico tiene su ficción documental, podríamos decir que el cómic la tiene también. En este «docucómic», Khalat, tenemos una ficción en un escenario real, y con intención de visibilizar una situación terrible para dar testimonio de ella.

Dividida en ocho partes, el ritmo es constante, a la vez que se va tejiendo una tensión en aumento. Una introducción breve y necesaria nos da las coordenadas históricas del conflicto sirio, en 6 pinceladas breves al comienzo, antes de empezar. (La pacífica Siria… ¿cuántos años lleva en guerra?). A la autora, Giulia Pex, le gustan los planos muy cortos, las imágenes fragmentarias, que le van bien a una historia de opresión y desorientación como esta. Ninguna página, analizamos, es una obra maestra en sí misma, pero todas cumplen su función y ayudan a narrar en el plano real y en el simbólico.

La editorial la califica de «novela gráfica»; en nuestra opinión no es suficientemente larga para serlo, pero sí admitiríamos «cuento gráfico», dado que, de hecho, se basa en un relato de Davide Coltri, recogido en el libro Dov’è casa mia. Todos los relatos de Coltri se inspiran en su experiencia en el contexto de la acción humanitaria, y este sentido se mantiene en la versión gráfica de la obra de Giulia Pex.

Pensamos que es un libro que vendría muy bien a lectores adolescentes: permite una aproximación intensa y asequible a los problemas del mundo, con una narración en primera persona con la que es sencillo identificarse. Así, en definitiva, ofrece esa necesaria visión que muchos buscamos de los dramas que están ocurriendo tan cerca de nosotros. No hace sangre, no es cruel, pero todos los sufrimientos de la migración están en él, para condolerse, para trascender y para actuar.