João

João

Paloma González Rubio: João. Zaragoza: Edelvives, 2019. XIX Premio Alandar. 188 pp.

 

Poca gente puede cantar con Serrat aquello de «nací en el Mediterráneo», ¿verdad? Pues el personaje que da nombre a esta historia es uno de los que sí. João se ha criado en el mar, con su madre; su casa es un velero; su escuela, la vida. La historia empieza cuando se topa con él la familia de Miguel, un chaval preadolescente, y su hermana, algo mayor que él. De ese encuentro surge una fascinación y una amistad hacia João que recorre toda la novela y las vidas de los personajes. 

Pero João, al mismo tiempo que es fascinante, es raro. Claramente, vivir en el mar, lejos de las convenciones de los de «tierra adentro», le hace comportarse a veces de un modo extraño y no entender las cosas más básicas que todo chaval de su edad debería saber, en opinión de Miguel y de su hermana. ¿Encajarán?

La historia se entremezcla con otras peripecias: el «malnacido» del novio de la madre, ciertos problemas en el puerto, las amigas de la hermana de Miguel… El conjunto es un tejido bien tramado con ciertas dosis de humor y de emoción. Las relaciones entre los chavales son creíbles, y la personalidad de Miguel está bien dibujada, con sus dudas sobre su aspecto físico, las quejas hacia su hermana mayor, las ideas que se plantea sobre el mundo…

Es también una novela que consigue uno de los propósitos (suponemos) de su autora: fascinarnos con el mar, hacernos desear viajar empujados por el viento y libres de convenciones. Esa oposición mar/tierra, que es también la amistad de João/Miguel, y el binomio libertad/normas, ecología/despilfarro, naturaleza/artificio, lo imaginado y soñado/lo real (y podríamos seguir…) recorre las páginas y nos incita a la reflexión.

Es verdad que lo que comienza como una novela de aventuras transita en algunos capítulos de la segunda mitad hacia una suerte de tratado de homeschooling. La novela recurre a esa técnica de presentar una mirada externa hacia lo que consideramos «normal» en nuestra vida. Esa mirada cuestionadora, que es la del personaje João, critica  la arquitectura escolar, con su aspecto carcelario, y el sistema de aprendizaje (pp. 95-98), el maquillaje de las chicas, o la falta de espontaneidad en general. Como una especie de Captain Fantastic (¿recuerdan la película?), aunque sin tragedia y sin tanta emoción, la novela plantea curiosos dilemas, que el lector adolecente puede encontrar interesante asumir.