El libro de los juegos

Juan Berrio: El libro de los juegos. Albuixech: Litera, 2021. 52 pp.

La vida es juego, en un porcentaje tan elevado que a muchos nos inquieta reconocerlo. Solo estamos completos cuando jugamos, dicen que dijo el poeta Schiller… y por eso la tradición literaria infantil (¡y la educativa!) está llena de proclamas a favor del juego: desde el juego del abecedario de La historia interminable de Ende, o la locura de juegos de Alicia de Carroll, o Gianni Rodari (Cuentos para jugar…), o toda la poesía, que es un gran juego de sonidos, palabras y significados (y más en algunos casos como los Versos del libro tonto, de Giménez de Ory, por ejemplo).

Aquí hemos hablado de libros de juegos en otras ocasiones, pero esta vez la cosa va de jugar con las palabras, las imágenes y la mente.

Gran parte del encanto de este libro es que se nos presentan los diferentes juegos como parte de una indagación, en cómic, de dos personajes: Federico y su prima Clara, que se ponen a pensar juntos en cómo funcionan estos juegos y en cómo crear un juego propio con palabras y con imágenes. Todos los juegos se van presentando en las páginas, ilustrados en color y con un diseño muy guay.

Son juegos tan antiguos como el hablar y el dibujar; algunos de sobra conocidos, tales como las sopas de letras o los palíndromos, y otros menos populares, como los monovocalismos, los pangramas, los dibujos reversibles… ¡o los Federicogramas y Claragramas! Son un total de 25 juegos, si no contamos mal.

¡Vaya libro en formato grande, dedicado a jugar! Hace unos años estuvimos en un taller de Raúl Vacas para jugar con las palabras como tránsito hacia la creación poética, dirigido a maestros. Fue magnífico, y nos ha recordado mucho a este planteamiento de Juan Berrio y la editorial Litera, pues creemos que es un libro que tiene recorrido en las aulas, como parte de la educación literaria, y para lograr una relación sana, no sumisa ni timorata, hacia la lengua.

A nosotros, adultos, que hemos gozado con libros como La tienda de las palabras de Jesús Marchamalo, Un verso en una casa enana de Pablo Moíño, o el clásico Ejercicios de estilo de Queneau, nos parece que esta compilación ilustrada de juegos verbales y visuales les va a resultar divertidísima a los niños que empiezan a conocer el placer del ingenio y de la dificultad.