Un día lleno de sonidos/Un día en la playa

Un día lleno de sonidos/Un día en la playa

Eva Montanari. Un día lleno de sonidos / Un día en la playa. Barcelona: Editorial Juventud, 2020, 36pp. /36pp.

Prelectores. ¡Reconozcámoslo! Ninguna de las obras cumbre de la literatura está dirigida a ellos, a pesar de proporcionar una de las experiencias más reconfortantes en relación a este arte.  Sí, una de las pocas situaciones en las que superar la intimidad entre la obra y su lector. Prepararnos. Seleccionar el instante. Ofrecer nuestro tiempo. Acogerlos en nuestro regazo, sentir cómo brota la seguridad a través del contacto entre las pieles, la complicidad que desprenden las miradas y,… ¡Zas! Lanzarse de lleno al mundo de los libros. Acompañar a esas pequeñas personas en sus primeras inmersiones entre páginas. Zambullirse entre formas, empaparse de colores, dejarse llevar por las primeras tramas entre un sinfín de onomatopeyas que llegan a confundirse con las risas y exclamaciones de los entregados prelectores.

Así, al otear desde esta perspectiva el panorama que describe la literatura infantil, encontramos colecciones como ¿Qué hace el cocodrilo? que asemejan plácidas bahías. Títulos desde los que adentrarse en las líquidas sensaciones para alcanzar después el inmenso océano de letras. Obras que cautivan desde su sencillez. Libros robustos preparados para los embates de la primera infancia. Gruesas páginas de cartón, que facilitan la grosera manipulación de los prelectores, en una edición resistente ideada para hacer frente a innumerables oleadas de baba, mordiscos y el, inevitable, sinfín de caídas y accidentes. Ejemplares recios para los primeros contactos con la lectura que, a través de la cotidianeidad y la calidez de sus tramas e ilustración, no dejan de provocar una sincera sonrisa en el amable lector.

Sencillas y originales, así son las obras de Eva Montanari. Títulos en los que el peso narrativo es compartido por texto e ilustración, donde la palabra propone un juego de ritmo y sonidos sobre la sencilla trama que plantean figuras y color. Encontramos un lenguaje directo, con frases cuasi desnudas, presentando únicamente un objeto o acción, y asociándolo a una onomatopeya. Se reduce, de este modo, la trama a una mera concatenación de objetos y rumores. La autora nos guía a través de la palabra, clave y llave del conocimiento, hacia el sonido. Redescubre la realidad a través de los ruidos que allí se generan, incitando a reconocer el entorno con cada uno de los 5 sentidos.

La imagen, por su parte, contextualiza y enriquece el mensaje escrito. Lo dota de sentido. El ordenar los hechos en el tiempo dibuja las escenas que dan cabida al escueto texto en una realidad mucho más amplia. Cada sonido marca un hito en el discurrir del día, días que llegan a reducirse a la veintena de onomatopeyas y diversos susurros. Además, la ilustración acerca todo el abanico de sensaciones y emociones que se van produciendo a lo largo de la historieta. Traslada de manera clara el amor, el miedo, la seguridad o la alegría que llegan a sentir los protagonistas.

Una ilustración de tonos cálidos, al parecer de lápices de color, nos acerca en cada libro algún momento de la vida del pequeño cocodrilo. Imágenes que al ser dispuestas de distintas maneras sobre el lienzo van variando el ritmo de la narrativa visual. Desde la tranquilidad que proyecta una única escena en la doble página, pasamos a la velocidad que aporta una serie de cuatro actos sobre un espacio similar. Variaciones que imprimen dinamismo al relato.

Atendiendo a cada una de las obras de esta colección, Un día lleno de sonidos nos permite visualizar parte de la vida del pequeño cocodrilo. Desde el comienzo del día, al sonar en su hogar el despertador, hasta que es recogido de la guardería. En este transcurso de tiempo pasamos por el miedo a lo desconocido, el dolor por la separación, el logro de la seguridad, las nuevas amistades, la conquista de la confianza en uno mismo y el maravilloso rencuentro con el cuidador. Todo a través de una narración llena de ternura. Un día en la playa, el segundo título de la colección, nos acerca lo que puede ser una jornada vacacional. En esta ocasión, a través del relato, observamos la relación de aprendizaje, juego y cuidado que se establece entre padre y pequeño cocodrilo. 

En definitiva, estamos ante una colección ideal para disfrutar con los prelectores. Historias llenas de ternura que posibilitan momentos de juego y diversión. Obras que con ritmo y lenguaje sencillo permiten jugar con los sonidos y desarrollar la conciencia fonológica. Libros que nos ponen a funcionar en la mediación lectora.