Casi, casi

Maísa Marbán (autora) y Pedro José de Arriba (ilustrador): Casi, casi. Madrid: Istarduk, 2015. 42 pp.

Si sabemos lo difícil que es explicarnos la muerte los adultos, sabremos lo difícil que es explicársela a los niños. La receta que siempre funciona es la que aplicó Roberto Benigni en su magistral película La vida es bella: el juego y la imaginación para transformar el dolor, el horror, lo incomprensible, en algo asimilable.

Esta es también la propuesta de Casi, casi, un cuento de la narradora Maísa Marbán que plantea qué es lo que sucede cuando el abuelo Teo sabe que se va a marchar para siempre, y tiene que despedirse de sus nietos en la habitación del hospital. Son sus últimos momentos, pero el abuelo Teo, a quien imaginamos divertido e ingenioso, con una vida en la que ha sabido querer y soñar (¡qué dos talismanes!), le da un giro a su adiós y lo convierte en un momento especial para sus nietos. 

«Adivinad, adivinad», nos dice; y el ilustrador ha añadido: «¿Qué es, qué es, que cuanto más quitas más grande es?», proponiéndonos un juego adicional en que la solución revela el vacío que va a dejar la marcha del abuelo.

A partir de entonces, los nietos «casi, casi» van acertando de qué modo el abuelo va a hacer su largo viaje. Este juego del adivinar nos va llevando a los lectores por una secuencia de imágenes divertidas, todas muy diferentes entre sí, muy coloridas (¿demasiado?), en que vemos al abuelo viajar en metro, en coche, en tren, en nave espacial… Pero no: el abuelo Teo se va a ir de otro modo.

El cuento escoge muy bien cada palabra, y hacia el final se convierte en una pequeña delicia literaria. También al final, en la última ilustración a doble página, les invitamos a tratar de descubrir quiénes son (y de dónde han salido) todos esos personajes que despiden al abuelo: un último juego ingenioso al que nos invita el ilustrador.

Tal vez el aspecto material del libro podría mejorarse, pues la tapa dura satinada y el papel resultan demasiado estándares y no concuerdan con el contenido. Pero, quitando eso, tenemos un libro tierno sobre cómo tragar la última despedida, lleno de emoción en el clímax, con un abrazo «al montonín» que nos ha cortado la respiración.

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