Miel de Luna

Kenneth Kraegel: Miel de Luna. Barcelona: Blackie Books, 2022. 64 pp.

Hugo, el hijo de Mamá Musaraña, está enfermo. Llena de preocupación, Mamá Musaraña decide ir hasta la luna, a pesar de todos los peligros del viaje, para traer miel de luna y así curar a su hijo. Será un viaje corto, atípico, donde la luna se presenta como un lugar mágico y extraño, con paisajes y habitantes que no imaginábamos. (Este pequeño cuento en siete partes nos ha recordado a La luna de Juan, en que también se fiaba a la luna la curación, aunque en este caso era el hijo el que iba a salvar a su padre).

Kenneth Kraegel es un autor con pocos libros aún pero con muchos reconocimientos. Sus ilustraciones son identificables por su estilo de línea fina y detallista, que impactan en una primera mirada. Kraegel ha querido dar la campanada con unas ilustraciones muy atractivas ya desde la portada; sabemos por ella que va a ser una amable historia infantil. No obstante, para el trabajo y virtuosismo de los dibujos, la acción se nos ha hecho un poco plana: los tan anunciados obstáculos del viaje se resuelven enseguida, casi porque sí, sin darnos tiempo a sentir tensión ni emoción. No sabemos qué tiene de diferente la miel de la luna, cuál es el ingrediente secreto que la distingue de la miel de la Tierra. Tampoco parece que Hugo esté muy enfermo, enfermo hasta el punto de que su vida corriera peligro y su madre necesitara viajar hasta el satélite y enfrentarse a su eterno enemigo el búho… Es un libro que, por todo ello, no cala y puede dejar indiferente al lector. Visualmente muy bonito, eso sí, pero estamos ante un hecho cada vez más frecuente en los álbumes y la literatura infantil ilustrada, en nuestra opinión: una historia y un texto muy por debajo de la técnica y calidad de las ilustraciones.

Lo más esperado en la lectura es llegar a la luna. Es una luna sorprendente, con jardines, pesadillas, mariposas y abejas. Son estas abejas las que custodian la miel, con fortificaciones y soldados. Parecía que las abejas iban a ser el último gran obstáculo para la Musaraña, pero resulta que la reina abeja le abre las puertas de su palacio, le invita a un té, y charlan amigablemente en cuanto Mamá Musaraña le dice para qué ha venido. Es en ese diálogo entre la reina abeja y Mamá Musaraña donde se desvela el núcleo del libro: el amor de las madres. 

Se resuelve así, en definitiva, una fábula hiperbólica de lo que es capaz de hacer una madre por su hijo.

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