Cuentos de así fue

Rudyard Kipling: Cuentos de así fue. Ilustr. Marta Altés. Reescrit. Elli Woollard. Barcelona: Blackie Books, 2018. 92 pp.

Han pasado ya más de cien años desde que Rudyard Kipling (recuerden: El libro de la selva, Capitanes intrépidos, Kim, y tantos otros) escribió estos Just So Stories, que hoy publica traducidos la colección Blackie Little. Los escribió con una prosa sonora, juguetona, rítmica; comienza con una ballena y dice de ella que «He ate the starfish and the garfish, and the crab and the dab, and the plaice and the dace, and the skate and his mate, and the mackereel and the pickereel, and the really truly twirly-whirly eel». Para que se hagan una idea. No es ese el texto que hallarán en este libro, sin embargo, sino la reescritura en verso de Elli Woollard. Los cuentos se aligeran así y toman tintes más humorísticos, haciéndolos tal vez (solo tal vez) más digeribles para los pequeños de un siglo más tarde.

Hay cinco cuentos, cada uno con un animal protagonista, del que se explica cómo llegó a tener alguna característica física: la ballena gaznate encogido, el dromedario joroba, el elefante trompa, el rinoceronte piel dura, y el gato… el gato libertad. La suerte es que a un niño le pones un animal delante (exceptuando las serpientes, la mayoría de los insectos, algunos crustáceos, muchas especies de peces, las arañas, sí, y también el pavo –caray, el pavo sería un personaje que encajaría genial en los cuentos de este libro para saber por qué les cuelga eso de la cara–) y ya le tienes ganado. Y si además se trata de responder al porqué de esa forma singular que tiene cada uno, los mismos niños estarán encantados de escuchar las imaginativas razones de Kipling, e incluso de inventar, de forma análoga, las causas de la figura de otros muchos animales (niños, por favor, lo del pavo necesitamos saberlo).

Las ilustraciones del propio Kipling en la primera edición se sustituyen aquí por dibujos de la ya famosísima Marta Altés. Son vivísimos de color, y merece la pena contemplar los rostros expresivos de los personajes, con esas enormes pupilas que tan bien hace Altés, para pasar un buen rato. Nótese, adicionalmente, el diseño de las guardas, y la cubierta en relieve, indicios de una buena labor editorial.

La historia que más nos ha gustado ha sido la del gato. Nos parece que en ella el verso fluye más, y tiene un argumento tan adorable como un meme de un gato (exacto) arrullando un bebé. No es fácil ni previsible la forma métrica de la traducción, con sus rimas internas en muchas de las estrofas de cuatro versos de los cuentos: aa -b cc -b. Tal vez la historia del gato y su libertad, narrada en sencillas cuartetas (a b a b) quede más natural en español que las de las rimas internas. Y es que hace poco nos preguntábamos precisamente por buenos ejemplos en la traducción de poesía infantil, y ¡caramba! justo a la vuelta del montón de libros para reseñar nos topamos con uno: este.

Kipling inventó estos cuentos, dicen, para contárselos a su hija. Ni ustedes ni yo somos Kipling, pero con este libro selvático e hilarante podemos jugar a serlo.