El pato enfurruñado

El pato enfurruñado

Joyce Dunbar (Texto), Petr Horáček (Ilustración). El pato enfurruñado. Barcelona:  Editorial Juventud, 2019, 32 pp.

Vuelve Horáček a ofrecer otra historia llena de animales. En esta ocasión, acompaña con sus collages las palabras de Dunbar en un colorido álbum ilustrado. Un álbum donde un Pato enfurruñado interpreta una trama en torno al enfado.

Y, ya decía un sabio griego que:

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.

Para enfadarse así, ¡claro!, hay que ser muy sabio y quizás, también, un poquito griego. Pero, el resto, ni tan versados y sin posibilidad de bañarnos, a diario, en el Egeo, abrumados ante semejante modelo, nos sentimos un poco patos. Tan patos como nuestro amigo malencarado.

La trama, casi como en las antiguas tragedias, muestra la emoción dirigiendo las acciones de los personajes. La pasión doblegando la razón. Una pasión que, desbordada, va involucrando a todos los implicados hasta alcanzar el final feliz. Final, por momentos, insospechado y por todos celebrado.

Un buen día, el malhumorado emplumado al contemplar seco su estanque y no tener a nadie con quien jugar, se enoja de tal manera que una pequeña nube gris brota sobre su cabeza. Y con su nubecita irá ver a cada amigo penando el no tener compañero de juego. La amistad obliga a cada animal, que invita al pato a unirse a su actividad. ¡Ay, el pato! Rechaza cada invitación. Hace sonar su mala gaita y, repartiendo malas pulgas, menosprecia a los demás. Ha cambiado el humor en la granja. La nube es nubarrón, se ha extendido sin mesura.

Bajo la gran nube, como en una rueda de reconocimiento aparecen los personajes en fila dispuestos. Todos enfurruñados. Y el lector escruta la altura del pato, como si un mal comportamiento hiciese menguar al elemento. ¿Será por eso de la talla moral? Mas sigue todo igual, el pato mide lo mismo. Porque Horáček y Dunbar narran la historia, no se detienen en valorar qué está bien y qué está mal.

Los autores cuentan aquello que sucedió, sin detenerse a sugerir respuestas. Muestran la trama dejando un espacio desde el que surgen preguntas. ¿Cómo ha de ser una amistad? ¿Se ha de perdonar todo a un amigo? ¿Sabemos identificar el foco de nuestros enfados? ¿Dirigen las emociones nuestras acciones? ¿Son igual de contagiosas las emociones negativas y positivas?…

Las coloridas ilustraciones de Horáček junto al texto ágil de Dunbar, ofrecen un entretenido e inteligente álbum ilustrado. Un cuento que hará reír y reflexionar. Una obra que con su nube, la facilidad de contagio y expansión, alertan de los riesgos, del miedo y el odio, en, esta, la era de la posverdad.