Fábulas de Esopo

Fábulas de Esopo, ilustr. Marta Altés, adapt. Elli Woollard, trad. Miguel Azaola. Barcelona: Blackie Little, 2020. 94 pp.

¿Qué tiene de valiente o que tiene de gracioso 

que una chica bajita se haga el muerto ante un oso?

¿Qué hay de bobo en la libre que perdió la carrera?

¿Qué hay del lobo temible y su conducta fiera?

¿Si pudiera elegir a mi profe por un día,

cuál de los animales del bosque elegiría?

¿Soy más ratón de campo o ratón de ciudad?…

Leeré un libro de fábulas por saber la verdad.

A veces no somos conscientes del peso del tiempo. ¡Si a veces no somos conscientes ni de su paso…! El peso formidable de los siglos, los siglos que han pasado desde que el mítico Esopo diera a luz (pues toda creación o recolección es un parto) estos cuentecillos de animales. ¿No es increíble que sigamos contando historias de hace más de dos mil quinientos años? El mundo del viejo Esopo tristemente se desvanece por la presencia del sólido y luminoso presente, pero asombra que aquello que interesaba en su mundo preindustrial sigue hoy tan vivo como antes, pese a lo virtual, pese a lo digital, y pese a tal. Que hoy sigan existiendo asnos parece casi de milagro, pues pocos de los niños de ahora los habrán visto, pero que hoy sigan existiendo asnos con piel de león es cosa bien diferente, y casi no nos extraña. Creemos percibir que los humanos de entonces no eran muy distintos de los homúnculos que somos ahora, personajillos sentados delante de pantallas pero que, en lo esencial, seguimos teniendo las mismas pasiones y miserias que en tiempos de Esopo. Ese retrato de la conducta humana en todas sus variantes, que son las fábulas, podría ser más actual que el último trending topic. Esos animales antropomorfizados son el cuerpo que, si nos fijamos bien, vemos a diario en el espejo.

Magnífico trabajo el del sello Blackie Little con esta colección a trois entre la adaptadora Elli Woollard, el traductor Miguel Azaola y la ilustradora Marta Altés, que ya habíamos conocido en otros libros. Su logro es haber puesto estos cuentecillos en versos e imágenes que entran por los oídos y por los ojos de los niños tan fácilmente. La autora inglesa escogió las fábulas más conocidas: el pastor mentiroso y el lobo, la liebre y la tortuga, el pavo y la grulla, etc., y las puso en esos pareados que tanta gracia hacen. A la ilustradora le tenemos que agradecer su colorido trabajo. Pero es a Esopo (existiera como persona o solo como nombre) a quien debemos este retrato moral tan agudo, que nos sigue interpelando y sacando una sonrisa irónica a pequeños y grandes; estos relatos a los que Chesterton llamó «el alfabeto de la humanidad» con el que aprendemos las más simples y sólidas verdades. Desde luego, esta es una de las ediciones de fábulas mejor dirigidas a la infancia de las que tenemos hoy en día a nuestro alcance.

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