La Jardinera

La Jardinera

Sarah Stewart (texto) y David Small (ilustraciones): La jardinera.Barcelona: Ekaré, 2012. Traducción: Isabel Tenhamm

 

Siguiendo la pista de libros que apuestan por la ecología y por el poder que un entorno más verde tiene sobre las personas, reseñamos hoy este libro, muy en consonancia con otros títulos ya recogidos en Literatil como El hombre que plantaba árboles, Semillas de papel, La Promesa, El hombre de la flor o El jardín curioso, en los que la concienciación ecologista es evidente y adopta las formas más diversas. Cada uno por tanto con sus particularidades, la línea que abriera Jean Giono se enriquece cada vez con mayor frecuencia contribuyendo a construir esa conciencia, tan necesaria por otra parte. El caso de La Jardinera no es una excepción, aportando un toque de originalidad siempre de agradecer. Aunque el argumento o las ilustraciones tienen también sus notas distintivas, lo que hace a este libro tan diferente es el estilo narrativo escogido por la autora para poner palabras a las vivencias y emociones de la niña protagonista: la carta. Ese género epistolar llama aún más la atención en unos tiempos en los internet ha cambiado por completo nuestras formas de comunicación y las cartas se han convertido casi en algo anecdótico. De ahí la elección de este libro, publicado por primera vez en 1997 y reeditado por Ekaré en un cuidado formato de tapa dura en 2012. No obstante, es habitual la presencia de las cartas y los buzones en las aulas de infantil en un intento de dotar de significatividad al proceso de aprendizaje lectoescritor, unas misivas que pocas veces responden a patrones establecidos y sí al deseo de comunicarse, algo que se pierde conforme se avanza en los niveles educativos donde se trabajará la carta sólo desde un punto de vista formal.

La jardinera es la historia de Lydia Gracia, una niña que sufre las consecuencias de la Gran Depresión en Estados Unidos. La dura situación que atraviesan sus padres hace que estos decidan que la niña se vaya a vivir durante una temporada a casa de su tío Jim, el hermano de su madre, un panadero con una situación económica más holgada que ellos. Desde el principio vemos la especial relación que Lydia Gracia tiene con su abuela. Esta le regala unas semillas y cada poco tiempo le envía bulbos, incluso tierra, para que siga practicando su gran pasión aunque esté lejos del jardín que ambas cuidaban. Esto mantiene a la niña muy ocupada y se convierte en el lazo de unión con su vida anterior y con su familia, especialmente con su abuela. Además está su deseo de ser de ayuda a su tío en la panadería, un hombre un poco huraño que verá cómo su vida cambia por completo con la llegada de esta niña que sabrá ganarse su cariño. Lydia Gracia no sólo pone un poco de luz en la triste vida de su tío Jim sino que también contagiará a los vecinos del barrio quienes apodarán a la niña como «la jardinera».

Como ya hemos anticipado, la historia se desarrolla a través de unas cartas y de unas ilustraciones que nos descubren una historia de optimismo, de actitud vital y alegre ante las vicisitudes de la vida, donde el esfuerzo, el tesón y la paciencia tienen su recompensa. El libro recoge las cartas que la niña envía a su abuela, padres y tío. Gracias a ellas conocemos la situación por la que atraviesa su familia, su relación con los distintos miembros, la conocemos a ella y al carácter tosco de su tío. Pero principalmente en esas cartas la niña vuelca sus inquietudes y sentimientos, lo cual nos permite conocer la evolución de las emociones de Lydia Gracia. Y aunque lo más llamativo del libro sean esas cartas, no menos importantes son las ilustraciones. A través de ellas se recoge el ambiente donde debe vivir la niña y se nos narra cómo se desarrolla su vida cotidiana. De las ilustraciones, a doble página, se deduce una técnica delicada mezclando suaves trazos con tinta, acuarela y pastel, lo cual otorga a las mismas un aire retro que las asemeja a las postales o estampas de aquellos años 30 que quedan muy atrás pero cuya historia derivada de ellas, y del texto, puede ser claramente reconocible en el contexto actual.

 Sarah Stewart y David Small crean una obra cargada de sensibilidad. El formato carta favorece un tono íntimo y una especial conexión con el lector, a la vez que una lectura ágil y el deseo de avanzar en la historia; y las técnicas empleadas en las ilustraciones crean una atmósfera muy especial, espacios que se abren y se cuidan hasta el más mínimo detalle y que nos permiten descubrir nuevos matices en cada nueva lectura. 

La jardinera, una opción de calidad para los no tan pequeños.